«Carisma y sabiduría son las dos palabras que me vinieron a la mente la primera vez que escuché una interpretación pública de Diego Fernández Magdaleno. Estas dos palabras sobrepasan la barrera de la idea de la estética musical de lo bonito o de lo bello…
Su carisma y seguridad se proyectan con total naturalidad, sin doblez, no hay piano y pianista, todo es uno, lo que hace que el público se impregne de los sonidos que envuelven la sala cuando él interpreta.
Y su sabiduría se aprecia de lejos, con su talante, su puesta en escena, y por supuesto hablando con él amigablemente. He escuchado a excelentes y brillantes pianistas pero Diego, además, es sabio.
Admirado y querido Diego, es un orgullo para mi el haberte conocido.»